jueves, 17 de enero de 2019

LECTURA COMPLEMENTARIA La Hojarasca


La Hojarasca
Gabriel García Márquez
(Fragmento)



Los hombres traen el ataúd y bajan el cadáver. Entonces recuerdo el día de hace veinticinco años en que llegó a mi casa y me entregó la carta de recomendación. Fechada en Panamá y dirigida a mí por el intendente General del Litoral Atlántico a fines de la guerra grande, el coronel Aureliano Buendía. Busco en la oscuridad de aquel baúl sin fondo sus baratijas dispersas.
Está sin llave, en el otro rincón, con las mismas cosas que trajo hace veinticinco años. Yo recuerdo: Tenía dos camisas ordinarias, una caja de dientes, un retrato y ese viejo formulario empastado. Y voy recogiendo estas cosas antes de que cierren el ataúd y las echo dentro de él. El retrato está todavía en el fondo del baúl, casi en el mismo sitio en que estuvo aquella vez. Es el daguerrotipo de un militar condecorado. Echo el retrato en la caja. Echo la dentadura postiza y finalmente el formulario.
Cuando he concluido hago una señal a los hombres para que cierren el ataúd. Pienso: “Ahora está de viaje otra vez. Lo más natural es que en el último se lleve las cosas que le acompañaron en el penúltimo. Por lo menos, eso es lo más natural”. Y entonces me parece verlo, por primera vez, cómodamente muerto.
Examino la habitación y veo que se ha olvidado un zapato en la cama. Hago una nueva seña a mis hombres, con el zapato en la mano, y ellos vuelven a levantar la tapa en el preciso instante en que pita el tren, perdiéndose en la última vuelta del pueblo. “Son las dos y media”, pienso. Las dos y media del 12 de septiembre de 1928; casi la misma hora de ese día de 1903 en que este hombre se sentó por primera vez a nuestra mesa y pidió hierba para comer. Adelaida le dijo aquella vez: “¿Qué clase de hierba, doctor?” Y él, con su parsimoniosa voz de rumiante, todavía perturbada por la nasalidad: “Hierba común, señora. De esa que comen los burros”.                   
Recuperado el 11 marzo de:
  http://www.librosgratisweb.com/html/garcia-marquez-gabriel/la-hojarasca/index.htm (pp. 8).

LECTURA COMPLEMENTARIA El español y las lenguas indígenas Hoy


El español y las lenguas indígenas hoy
Guillermina Herrera Peña
(Fragmento)



          El español sigue siendo la lengua de uso predominante en los espacios públicos, formales y oficiales, y también ha tomado el rol de lengua franca, no sólo entre los ciudadanos de los distintos países del continente, sino también entre las comunidades lingüísticas distintas que conviven en cada uno de los países.
Nuevamente la educación toma un papel importantísimo por la urgencia de desarrollar programas más efectivos de formación lingüística en español. En este sentido me enfoco en la situación general de Hispanoamérica, ya no en sus problemáticas lingüísticas al interior de cada país, sino hacia las corrientes extranjerizantes.
Al alcanzar todos los hispanoamericanos un dominio completo del español se logrará la consolidación de las relaciones sociales entre nuestros países y se podrá comprender con mayor profundidad otros fenómenos mundiales que vienen a afectar nuestra particular situación lingüística y especialmente nuestros valores culturales identificadores como grupos culturales más amplios, en este caso a nivel hemisférico.
Un ejemplo interesante del efecto cohesivo del idioma español para todos nosotros, es la reacción de los migrantes hispanos en los Estados Unidos, quienes no importando su procedencia específica, se identifican como grupo social cuyo rasgo identificador viene a ser el español. Ciertamente, en ese contexto se dan también fenómenos lingüísticos de cohesión social más circunscritos a lenguas originarias particulares, como es el caso de la comunidad de hablantes Maya Q’anjob’ales, en California.
Este ejemplo trae a colación uno de los temas de más actualidad en nuestros países, que es el de la constante migración de hispanoamericanos a los Estados Unidos de América, a España y a otros países. Estas migraciones se producen debido a las precarias situaciones económicas, de inseguridad y de inestabilidad política a las que la población se enfrenta en la actualidad, pero también a que las personas idealizan los modelos de vida extranjeros que reciben por los medios masivos de comunicación que penetran en cada uno de los hogares, sean indígenas o no.
Las reflexiones y los estudios desde el punto de vista lingüístico que se pueden hacer sobre este aspecto son innumerables, pero solamente diré que este tipo de influencias extranjeras contribuyen a acelerar los procesos de pérdida de los idiomas indígenas y, por qué no decirlo, del español estándar internacional que permite las comunicaciones que se dan en el mundo hispanohablante. Hemos observado cómo las variantes dialectales del español de cada una de las comunidades presentan fenómenos lingüísticos por el influjo del inglés y ya no solamente por los fenómenos de contacto con las lenguas particulares de cada lugar.
La estabilidad humana es poco predecible en nuestros tiempos por los altos índices de movilidad generados tanto por problemáticas económicas como por las guerras internas. Un ejemplo claro sucedido en Guatemala, es el exilio masivo de grupos étnicos indígenas hacia los campos de refugiados en México. En su éxodo, se unieron grupos de hablantes de hasta diez idiomas diferentes y aprendieron a comunicarse en el idioma español como lengua franca para presentar sus demandas y exigir sus derechos comunes. Imaginen la complejidad de una planificación lingüística y educativa en estos ámbitos multilingües.







 Recuperado  el 9 de marzo de 2011, de http://www.aulaintercultural.org/article.php3?id_article=693

LECTURA COMPLEMENTARIA Romeo y Julieta



Romeo y Julieta
(Fragmento)





(Vuelve a sonar la música y los invitados bailan)
Teobaldo: La obligada paciencia se encuentra con la ira y en tal encuentro tiembla mi carne acometida; he de partir, pero esta intrusión que hoy se ve dulce, va a ser, un día, la más amarga hiel.
Romeo: (A Julieta, tocándole la mano) Si ahora profana con tan indigna mano este sagrado altar, pagaría mi pecado: mis labios, ruborosos romeros, como en rezos, limarían ese rudo tacto con tierno beso.
Julieta: Buen Romeo, ofendéis vuestra mano ofrendada, que sólo está mostrando su devoción honrada. Los santos tienen manos que tocan los romeros, y palma contra palma se besan los palmeros.
Romeo: ¿No tienen labios los santos y los palmeros?
Julieta: Sí, Romeo, los tienen para decir sus rezos.
Romeo: Entonces, dulce santa, dejemos que los labios, como las manos, alcen a la fe su llamado.  Julieta: Los santos no se mueven, dan lo que se les ruegue.
Romeo: Pues no te muevas mientras mis rezos no te lleguen. (La besa). Mis labios, en los tuyos, lavaron su pecado.
Julieta: Entonces son los míos lo que lo han recibido.
Romeo: ¿Pecado de mis labios? Oh, tan dulce atentado. Devuélveme mi pecado. (La besa)
Julieta: Besas como entendido.
Nodriza: Tu madre quiere intercambiar dos palabras contigo. (Julieta va a ver a su madre).
Romeo: ¿Quién es su madre, pues?
Nodriza: Elegante mancebo, su madre es la señora de esta encumbrada casa y una dama virtuosa, benévola y prudente. Yo amamanté a su hija, con quien recién hablabais. Os digo que el que logre quedarse con su mano se hará de un tesoro.
Romeo: (Aparte) ¿Es una Capuleto?  ¡Oh, qué precio! Mi vida, en deuda a mi enemigo.
Benvolio: ¡Vámonos, ya la fiesta no puede ser mejor!
Romeo: Ay, eso temo, y creen mi inquietud, mi dolor.
Capuleto: No, señores, aún no es hora de partir. Un pequeño banquete  todavía nos espera. (Le susurran algo al oído). Ah, bueno, siendo así… Os agradezco a todos, honestos caballeros, gracias y buenas noches. Aquí, traed más antorchas. Vámonos, a la cama. Ah, mozo, por mi fe, que se nos ha hecho tarde. Ya me voy a dormir. (Salen).


William Shakespeare. Romeo y Julieta. México: SEP/Norma, Libros del Rincón, 2002, pp. 19, 51 a 59. (Adaptación)

LECTURA COMPLEMENTARIA El príncipe azul



El príncipe feliz
(Fragmento)




Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad. Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás.
Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.
-¿Quieres que te ame? -dijo la golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.
Y el junco le hizo un profundo saludo.
Entonces la golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata.
Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.
-Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia.
Y, en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.
Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo.
Una vez que se fueron sus amigas, la golondrina se sintió muy sola y empezó a cansarse de su amante.
-No sabe hablar -decía ella-. Y además temo que sea inconstante porque coquetea sin cesar con la brisa.
Y realmente, cuantas veces soplaba la brisa, el junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.
-Veo que es muy casero -murmuraba la golondrina-.  A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.
-¿Quieres seguirme? -preguntó por último la golondrina al junco.
Pero el junco movió la cabeza. Estaba demasiado atado a su hogar.
-¡Te has burlado de mí! -le gritó la golondrina-. Me marcho a las Pirámides. ¡Adiós!
Y la golondrina se fue.


Fragmento del cuento de “El príncipe feliz” de Oscar Wilde.
Recuperado el 7 de marzo de 2011, de http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/wilde/principe.htm